La ignorancia no da la felicidad

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«Déjalos en paz y ellos te dejarán en paz a ti», dicen los necios que se refugian en los fuertes. Hacen como si las casas vacías de la ciénaga no existieran, como si no estuviera a tiro de piedra de esa península en la que tan bien viven. Otros van un paso más allá en su necedad: «La bruja ha vivido ahí durante siglos y allí sigue». Sin embargo, cuando les pido que me señalen dónde está su casa en un mapa y me expliquen cómo podrían encontrarla (y ya no digamos asaltarla), miran para otro lado y siguen bebiendo. Si no podemos ayudarnos a nosotros mismos, tendremos que encontrar a alguien que lo haga. He oído hablar de la Unión de Puerto de la Reina, un grupo de compañías que se han aliado para proteger la isla. Me va a costar convencer a la gente de la ciénaga de que nos llevemos bien con un gobierno o un ejército, pero los corruptos no van a esperar a que tomemos una decisión y, como sigamos postergándolo, al final no va a quedar nada que proteger.