Una paz frágil

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En la ciénaga vivimos en un estado de paz frágil, como dicen algunos, pero no parece que vayamos a movernos de aquí. Los corruptos siguen infestando la ciénaga y cada día que pasa son más audaces. Les damos de hachazos como cuando una raíz se resiste, pero ¿para qué? Muy pronto nos superarán en número y nos arrasarán del mismo modo que nosotros hemos arrasado con la ciénaga. ¿Qué compañía de pacotilla somos si no podemos protegernos a nosotros mismos ni a quienes están a nuestro cargo? Mientras tanto, aquí seguimos con nuestras trivialidades. Pescamos, comerciamos con petróleo y lino… Así todos los días hasta que nos llevemos el mazazo. ¡Larga vida a la compañía de la Ciénaga de los Tejedores! De poco nos servirán las escamas y las tripas de pescado contra los males de esta isla.