Una carta a un viejo camarada
Estimado Ulfgar:
La campaña se ha iniciado correctamente. Esos ocupantes ilegales a los que derrotamos fueron lo suficientemente idiotas como para retirarse a territorios dominados en su día por el Hechicero Carmesí. La mayoría no opusieron resistencia alguna y salieron corriendo como ovejas sin pastor. El botín fue bastante escaso, no te voy a engañar, pero estábamos de buen humor. Al fin y al cabo, estábamos más cerca que nunca de los vestigios del Alto Reino. Las viejas ciudades aún están rebosantes de oro y tesoros.
Por desgracia, Atalo tenía otros planes. Nos ha hecho saquear las viejas fortalezas y minas en busca de baratijas, con la esperanza de hacerse con el poder del Hechicero Carmesí. Hasta tiene a algunos de sus hombres, guerreros varegos, picando piedras con pico y pala. ¿Te imaginas la vergüenza? Arrastrándose bajo tierra como insectos. Nosotros no somos chusma que labra la tierra. ¡Tomamos lo que queremos!
El lord comandante me ha ordenado que adiestre a los nuevos reclutas mientras aseguramos nuestra posición. Menudo puñado de gusanos insolentes. Antes confiaría una invasión a mis sabuesos. Si se piensa que voy a perder el tiempo convirtiéndolos en guerreros de verdad solo para que él pueda excavar en busca de cristales, lo llevan claro. Si Atalo sigue rechazando nuestras peticiones de búsqueda de nuevos botines, tendrá que vérselas conmigo. ¡Que la sangre decida quién tiene el derecho de comandar a estos caballeros!
-Olga