Informe de los viajes de Romac

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Un diario gastado lleno de mapas, notas y bocetos

He seguido las pistas, esas migajas de conocimiento, rumores y folclore, tan al norte como me he atrevido. Sobre las espirales rocosas frente a mí veo la mancha oscura de la corrupción, que persiste sobre la montaña rota. Las enredaderas y la roca y la rama se mueven allí, impelidas por algún extraño poder que ata sus formas... He oído hablar de ello, pero es la primera vez que lo veo en persona. Maravilloso. Un viajero se salió del camino y cruzó un límite invisible, causando una ofensa... y estas criaturas aparecieron para despedazar al pobre necio. Mortal. Vigilaré dónde pongo el pie. Al este, un lago prístino vibra con la salida del sol, y la luz calienta mi espalda cuando entro en la cueva. ... Un alud. De todas las cosas que podrían detenerme, un maldito alud debería ser la última de mis preocupaciones. Una cámara pequeña, de no más de media docena de pasos de profundidad, iluminada por la luz de cristales refulgentes. Este debe ser el lugar... Al menos, tras estas rocas. A no ser que le revele esta ubicación a otros, me temo que nunca veré el secreto que me aguarda. La misma isla ha sellado el taller de Myrddin. No salí con las manos vacías. Enterrado en el polvo, a mis pies, hallé... No sé qué es con exactitud. Cuando lo cogí, brilló y reverberó con energía. Es pequeño, posiblemente de roca, del tamaño de un puño. En cada superficie parece haber grabadas runas, palabras, símbolos de alguna clase. Algunas de las leyendas antiguas sobre Myrddin mencionaban piedras mágicas, otorgadas a individuos para permitir el paso seguro a las áreas peligrosas. Me pregunto si esta será una de esas piedras llave. Es hora de que vuelva a lugares más seguros. Siento que los ojos de los árboles me observan demasiado de cerca aquí.