El trovador

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Mi jardín

¡Ah, cómo se malgastan mis talentos en un trabajo tan básico, bruto y bestial! Mía es la gracia de la espada sutil, no de la carnicería pesada. Mío es el éxtasis de la pluma, no de esta tortura tosca y tenaz. Ah, bueno. Todo sea por una gloria mayor. Soy un guerrero, es cierto, mas me considero parte de la antigua tradición de los caballeros trovadores. Así pues, debo agudizar mi mente durante estos sangrientos abatimientos. En media hora, debo horadar la carne de un bellaco hasta que escupa la verdad. Pero, hasta entonces, mi mano tratará de componer versos más románticos. Mi jardín Antes de ti, mi pasión era un jardín plagado de espinas. Antes de ti, mi amor era un cementerio exento de alegrías. Mas, ahora, tu nombre hace la tristeza desaparecer. Tu nombre, al pronunciarlo, comanda mi jardín a florecer. Oh, hija celestial, por ti riego mi jardín con la sangre que vertí. El romance de la espada a mis enemigos desbanda. A cada víctima fría tu nombre susurro Y, así, tu espíritu va con ellos a otro mundo. Como el océano en las caracolas cuando vienen las olas. Considero que este es mi mejor verso hasta la fecha. Sir Ozur