Los Adler llevaron al grupo hasta el bosquecillo iluminado por la luz azul de los árboles del sino, que parecían lo suficientemente gruesos como para talarlos. No obstante, la madera era muy robusta para lo poco que pesaba, así que tuvimos que usar unos destrales más fuertes para derribarlos.
El descubrimiento de la madera del sino nos subió la moral, tanto que me planteé no regañar a los Adler por no ayudar con las carretas, y eso que ya habían recibido infinidad de avisos.
Unos nos dedicamos a recolectar la madera y otros se pusieron a sacar la carreta del barro. ¡La fortuna se había puesto de nuestro lado! Pero, para fortuna, la que amasaremos si conseguimos suficiente madera.
-Ealderman Wincroft
Copyright © 2021-2024 nwdb.info