Sin la ayuda de los Adler (a pesar de sus quejas y su lentitud al faenar), la vegetación nos está superando. Cada vez hay más enredaderas: las podamos por las mañanas y al atardecer ya vuelven a cercar nuestros hogares. Es como si la madre naturaleza tratara de ahuyentarnos.
Si las cosas van a peor en la aldea, puede que me refugie en la casucha que hay junto al río; aunque no me gustaría quedarme allí atrapado si aparecen los osos, ya que no hay muchos más lugares a los que huir.
-Ealderman Wincroft
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