Mis únicos amigos me ayudaron: Sully McLane, el Piripi y Morgan Garrison, el Verrugas. El Piripi y el Verrugas me dijeron que se encargarían de todo la última vez que los vi.
Ellos se ocuparían de los detalles. Pero había otra cosa que guiaba mi mano: un ídolo enterrado que me llamaba desde el lugar más recóndito de mi mente. Me aferré a cada momento después de encontrarlo. Todos los que estaban cerca de mí debieron oírlo también, ya que me miraron fijamente con malicia. Pude ver el odio en sus ojos. ¡Tenían envidia porque yo había sido elegido!