Me obligaron a hacerlo. Roose, los líderes de la Alianza, todos. Me obligaron a recurrir a esto como venganza por mi hijo y por todos esos idiotas santurrones que le fallaron. Él quería ayudar a aquellos que más lo necesitaban revelando la verdad, y por eso lo expulsaron. ¿Y cuál fue su recompensa por actuar de buena fe? Vergüenza, soledad y desesperación.
He oído su juicio, pero no me quedaré callada. He elegido un camino diferente. Un camino que demuestre, sobre todo a Roose, que sus transgresiones tienen consecuencias. Recompensaré su arrogancia con ira, dolor y, finalmente, destrucción.