Qué necio tiene más culpa
Era el orgullo, Gwynn.
Mi orgullo.
Sí, además de la continua insistencia del muchacho, de su férrea e insaciable ambición. Y, en ese momento, un recuerdo demasiado doloroso. De mis propios errores como rey… No, como hombre.
Mañana por la mañana, enviaré noticias. Mordred aún tiene un sitio en nuestra mesa, o lo que queda de ella.