¡No puedo salir!
¡Maldito Winfrey! ¡Maldita sea su estampa!
El muy desgraciado me convenció de que sería dinero fácil. ¡Ya, claro! Mires por donde mires, solo hay muerte y horror en estas ruinas. Y yo que creía que podría hacerme con los secretos que los antiguos escondieron en alguna montaña remota solo porque mi «amigo» me juró que este lugar estaba abandonado.
Todo parecía lo suficientemente tranquilo cuando nos adentramos en la caverna. En las ruinas solo había polvo y la maquinaria antigua estaba apagada, pero ¡en este lugar nada muere para siempre! El muy chalado de Winfrey se adentró más y más hasta que nos topamos con este infierno helado. Y aquí abajo, en las profundidades, hizo que algo despertara. Al parecer, nuestros anfitriones antiguos tenían grandes planes para quienquiera que fuera lo suficientemente insensato como para toquetear sus juguetes. ¡Su motor de guerra despedazó a Winfrey en un abrir y cerrar de ojos! No tuve otra que echar a correr y abandonarlo a su suerte.
Llevo horas escondido y, al parecer, he dejado de interesarle a la máquina. Pero el elevador está hecho añicos y puedo oír ese chisme del demonio arrasando con todo ahí abajo. Solo queda una forma de salir y sé cuál es. Por suerte, mi espada está afilada y mi voluntad es férrea. Sé que es pesimista pensarlo, pero cualquier sitio donde despierte es mejor que estar aquí, esperando a que ese cachivache me desmiembre. Si has llegado hasta aquí, forastero, hazme caso y vuelve por donde has venido. Supongo que te considerarás un rival muy peligroso. Lo mismo pensaba yo, pero aquí abajo hay cosas a las que nadie puede hacer frente. ¡Así que piénsalo bien y da media vuelta!
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