Extraído de una página hallada al sur del muro
Ya solo quedo yo.
Se despertaron mientras vigilaba. Por el ruido, parecían cientos de estatuas y cadáveres subiendo las escaleras con sus armas heladas centelleando. Grité para intentar despertar a todo el mundo… y después salté.
Debo de haberme roto el tobillo. Fue entonces cuando escuché gritos que venían desde lo alto del muro y noté gotas de sangre aún caliente por toda la cara.
Después de eso, no vi nada más. Dudo que los guardianes hayan empezado a buscarme. ¡Oh, misericordioso Mercurio, líbrame de este dolor y sácame de aquí!