No me gustan los halagos, así que iba a echar a este extraño bufón. Pero entonces se acercó. A la luz del sol poniente y bajo la máscara, le brillaban los ojos con una luz dorada.
«¡Hay premios para la captura más grande y magnífica! Por favor, ven. ¡Cuanta más gente, mejor!».
No sé qué me hizo seguirle. Quizá fue la música, quizá fue la oportunidad de presumir.