Intenté reparar la fuga yo mismo. Llevaba horas en ello cuando oí música procedente de la orilla. Una flauta extraña y alambicada que se elevaba al ponerse el sol.
El sonido de la música se fue acercando, hasta que un desconocido enmascarado salió de detrás de los árboles. Bajó la flauta y me sonrió.
«¡Bueno, bueno! Estoy organizando un pequeño concurso de pesca, y he oído hablar de un hombre solitario que resulta ser uno de los mejores pescadores de la isla».