Incendio de estrellas

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Un viaje de luz

He presenciado un milagro. Una experiencia mágica tan extraña que me es imposible describir con palabras. Durante mi juventud, había oído que los antiguos druidas compartían entre sigilosos susurros tales maravillas, pero hasta esta noche, jamás había soñado con que viviría algo así. Una noche, a la luz de la luna, estábamos comiendo florescasa cuando, de repente, el cielo empezó a arder. Como enormes ríos de fuego, las estrellas parecían precipitarse a mi alrededor y, sin embargo, permanecían inertes mientras bañaban el cielo nocturno. Y allí me vi, en mitad de ese fulgor, mientras avanzaba hasta un mundo paralelo. ¿Dónde? Lo desconozco, mas el peso del mundo que recaía sobre mí había desaparecido. Floté, como mecido por las aguas del mar en un día tranquilo, desprovisto de mi cuerpo mortal y al mismo tiempo en armonía con todo. Las hojas de los árboles brillaban como luciérnagas mientras, en la tierra baldía, los hongos formaban tirabuzones. De sus sombreros brotaban volutas de luz que dejaban estelas resplandecientes en la noche. ¡Y ese sonido! Podía oír el murmullo de las hojas y el chirrido de los insectos, pero, sobre todo, el toque de clarín de unas voces femeninas que se alzaban en canto. Y entonces lo vi… ¡ERA ÉL! Gwyllgi, el lobo negro, alto como un hombre, agazapado entre la arboleda con sus ojos rojos mirándome. Supe al instante que era un intruso en la tierra de Annwn y que debía regresar a mi hogar.