Fantasmas

No pudimos retirar la piedra del arca, así que seguí examinando las estatuas. Rolfe me suplicó que me diera prisa, pero la noche se nos echó encima. Cuando nos pusimos en marcha, vimos unas siluetas en la oscuridad y una luz blanca entre los árboles: eran humanos que flotaban sobre el suelo. Rolfe me dijo que no nos moviéramos. El templo era peligroso, pero lo que había fuera de él era aún peor. Pasamos la noche en vela y, cuando ya pensábamos que la noche nos había dado tregua, otra figura fantasmal salió de entre los árboles para recordarnos que no abandonáramos el templo hasta el amanecer. Si salimos de esta, nos marcharemos de este lugar y me imagino que nos pondremos en camino hacia los grandes obeliscos que hay al oeste. Debería haber sabido que los esqueletos del perímetro y el interior del templo eran una advertencia. Al menos no han vuelto a la vida como los espectros. Si abandonaran sus puestos de repente, estas serían mis últimas palabras. -G