Al principio pensé que el combate en lo alto del puente se debía a un contraataque por parte de otra compañía o a la osadía de Merchand y sus borrachines pendencieros (esos que dicen que podrían tomar el puente en calzones), pero ni una cosa ni la otra.
El corazón se me quedó más helado que la escarcha cuando vi unos esqueletos con esferas de luz azul en sus pechos pasando por el puente. Cuando los corruptos se lanzaron a por los atacantes, los antiguos custodios no retrocedieron, sino todo lo contrario. Los aniquilaron sin contemplaciones y arrojaron sus restos al vacío mientras se convertían en cenizas, por lo que sus espadas fueron lo único que llegó a tocar el suelo. En un instante, los custodios antiguos habían tomado la mitad del puente, impávidos ante la superioridad numérica de los corruptos.
Me alegré de que no hubiésemos intentado realizar un asalto similar: los corruptos estaban más que preparados para nosotros, pero no para esto. Como respuesta a este ataque inesperado, empezaron a aparecer corruptos hasta de debajo de las piedras, pero ni por esas consiguieron contener a los guardianes.
Cuando cayó el atardecer, el puente había cambiado de manos y los corruptos ya no eran sus amos. Las llamas azules de los guardianes lo iluminaban para marcar su territorio.
-D. Prieto, ingeniero
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