Mi hija… Mi preciosa Kathrijn ha desaparecido. No ha dormido en su cama y en el alféizar hay una de esas flores nauseabundas ya marchita. Esa mala hierba infecta los campos como una plaga y se mofa de nuestros trabajadores.
Los hombres se reunieron y partieron en su busca al despuntar el alba. Cuando volvieron ya era casi de noche. Quedaban solo la mitad y sus caras habían perdido el color. Se negaron a responder nuestras preguntas hasta que entraron y cerraron puertas y contraventanas. Cuando les pregunté qué había ocurrido y si la habían encontrado, lo único que me dijeron fue que me olvidara de ella.
Otros ni siquiera abrieron la boca y se limitaron a aferrar con firmeza sus armas.
Marisse
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