El último lanzamiento de una pescadora

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Part of the following chapter Gladys, la lubina buscada #1
La última voluntad de Perronelle le Noir antes de perderse en las profundidades

«Las aguas se cerraron a mi alrededor y las profundidades me envolvieron hasta el alma...». He intentado contener la marea durante mucho tiempo, pero ahora el torrente de dolor me domina. Conforme los últimos vestigios de mi humanidad se evaporan como la espuma del mar, sé que ha llegado el momento de reflexionar sobre lo que me ha llevado hasta aquí: esta herida incurable y este sentimiento de pérdida. Hace muchos años, mi hermano se dedicaba a pescar. Si pensáis que yo soy buena, tendríais que haberle visto a él. Lo llamábamos el rey pescador. Era capaz de pescar un esturión con una escalera de mano. Podía llenar una red antes de que te dieras cuenta. Guardaba su corazón en una caja junto a su equipo de pesca. Juntos servíamos al rey Artorius. ¿Habéis oído hablar de él? Mejor, entonces no tengo que deciros que era el mejor rey que Aetérnum ha tenido nunca. Un día, mi hermano y yo fuimos a pescar como de costumbre, lanzando nuestras redes al servicio del reino. Entonces, de la nada, oímos algo surgir de las profundidades. Nunca olvidaré ese sonido, no auguraba nada bueno. En mis más oscuras pesadillas y mis más vivas esperanzas aún lo escucho. Ahora veréis por qué. Un monstruo, como un amasijo de músculos y babas, salió despedido del agua con furia y aplastó nuestro barco como si fuera un juguete. Mi hermano estaba a mi lado cuando vi una boca gigantesca tirar de él como si fuera la corriente y, finalmente, engullirlo tras una hilera de dientes. ¡No! Nadé tras él, pero la bestia vino a por mí. Hincó sus dientes en mi pierna. El dolor era indescriptible. Sobreviví de milagro, pero desde entonces ya no soy la misma. La herida nunca sana, sin importar las veces que renazca. Y cada vez va a peor. Es un círculo vicioso, pero no es nada comparado con la pérdida de mi hermano. Nadie volvió a verlo jamás. Ese pez maldito tiene algo que lo impide, pero sé que sigue vivo, y lo encontraré. De algún modo, sé que el nombre de esa bestia marina del infierno es Gladys, y es casi imposible de rastrear. Si oyes ese sonido, será demasiado tarde, pero le he estado siguiendo la pista durante mucho tiempo y por fin he descubierto su patrón. Sé cuál es su próximo destino. Por desgracia, estoy demasiado débil para ir allí. A quienquiera que lea esto, ve a la ubicación indicada y, si no me equivoco, debería aparecer en breve. Si eres lo suficientemente hábil en la pesca, tal vez puedas lograr lo que yo no pude y atraparla. Hermano mío, me temo que los años que hemos pasado separados pronto se extenderán hasta la eternidad.