Una explicación racional a los cuentos de peces

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Part of the following chapter Gladys, la lubina buscada #1
La reacción racional de Urashima Ishikawa a los aspectos más fantásticos de las leyendas de la lubina buscada

Mucho se ha escrito sobre la supuesta archienemiga de Perronelle le Noir, Gladys. Según su estado de ánimo, la hora del día y el tiempo que haya pasado bajo el sol, su descripción de la mítica criatura oscila entre los 6 y 200 metros de altura. Tiene unos ojos ardientes que pueden incinerarte con tan solo mirarte. Se teletransporta del mar a los estanques y a las tazas de té. Se mueve con el propósito monomaníaco de aterrorizar a Perronelle. Bien, que conste que no hay nadie en esta isla a quien respete más que a Perronelle. Ha convertido el oficio plebeyo de la pesca en una auténtica forma de arte. La manera en que controla las mareas, elige el cebo y lanza el sedal con maestría es una verdadera obra de arte. Sin embargo, he visto muchas cosas extrañas en Aetérnum, pero sigo siendo un hombre de ciencia convencido. Nadie ha visto a Gladys salvo Perronelle. No existe animal como el que ella ha inventado. No hay criatura, perdido, corrupto, tierramarga o cualquier otra cosa que pueda teletransportarse de un cuerpo de agua a otro. Eso es pura fantasía, y no tiene cabida en el mundo racional y sensato al que aspiramos. Aunque admiro a mi capitana, no creo más en sus divagaciones náuticas que en los cuentos de las pescaderas de Heian-kyō. Deberíamos esforzarnos para dejar tales supersticiones en el viejo mundo, que es donde pertenecen.