La leyenda de Perronelle le Noir

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Part of the following chapter Gladys, la lubina buscada #1
según su leal escudera, Khadijah Bahri

Era una noche oscura de tormenta. Un relámpago iluminó el mar tempestuoso. «¡Mi reino está en problemas!», gritó el rey Artorius desde la costa. «¡Moriremos de hambre a menos que hagáis acopio de una gran cantidad de pescado!» «No temáis», respondió la gallarda capitana Perronelle le Noir. «¡Con mis firmes manos al timón, a nadie le faltará comida esta noche!». Y así, partió en su intrépido barco, [information missing]. Perronelle echó la red a las olas y, al instante, sacó un banco de peces que pesaba más que una elefanta preñada. Cargó el botín en el fundíbulo del trinquete del barco y volvió a tierra firme, donde los peces fueron directos de la fogata a la mesa del banquete, bien cocinados y deliciosos [citation needed]. El reino se regocijó. «Es todo parte del trabajo», dijo la capitana Perronelle. De repente, una figura surgió del agua a sus espaldas. Una bestia monstruosa de 20 cabezas y unos 300 metros de altura se alzó imponente sobre ella [citation needed] «Has aterrorizado a mis peces durante demasiado tiempo», gruñó la bestia a través de sus dientes serrados. «¡Y ahora voy a devorarte de un bocado!». «¡Tus amenazas no tienen ningún valor, maldita bestia!», gritó Perronelle mientras blandía una lanza en cada mano. «¡Te las verás con mis fuertes brazos!». Voló por los aires apuntando al pérfido ojo amarillo de la bestia, pero una de sus cabezas le dio un mordisco a su barco y devoró a su tripulación de un trago.  «¡No!», gritó Perronelle, distraída por su pérdida. Aprovechando la distracción, la bestia, de manera deshonrosa, se abalanzó sobre ella al vuelo, pero los reflejos de la capitana fueron tan rápidos que solo consiguió arrancarle la pierna por debajo de la rodilla. Nota científica: Un mordisco de esta criatura convertiría a cualquier mortal en perdido al instante. Sin embargo, gracias a la inigualable fuerza espiritual de Perronelle, la bestia solo se llevó la pierna [no citation necessary]. Hasta el día de hoy, la criatura, acobardada, se esconde de la intrépida pescadora, demasiado asustada como para asomar la cabeza entre las olas.