Conocí a la vieja mujer nórdica cerca del molino que da al pantano. Llamaba a la zona Aliento de Fen, aunque nosotros la conocemos como Molino del mirador. Afirmaba haber sido una mujer sabia en el Viejo Mundo, capaz de hablar con los espíritus de la naturaleza. Los llamó Fae, la gente de la luz y las sombras.
Afirmaba que le enseñaron a crear varias protecciones y amuletos. He oído hablar de cosas así, pero mi abuela me dijo que esa magia era malvada. Pero, aquí, la magia se manifiesta como la niebla en una noche fría. La sabia mujer accedió a hablarme de sus hechizos para que pudiera crear un Libro de las sombras.
Le pregunté si los Fae estaban presentes en Aetérnum. Sonrió y se acarició la punta de su nariz torcida. «Están en todas partes, niño», me susurró. «Quizá no los veas con los ojos, pero están ahí, observando, esperando...».
Le pregunté que a qué esperaban, pero no me respondió. Comenzó a canturrear una melodía espeluznante que nunca había oído, pero que no dejo de oír desde entonces
-Deidre