Casi no lo cuento, pero he capturado a dos prisioneros más. Aunque hay algo que me resulta extraño… Estos mustios llevan la marca del asentamiento del sur. ¿Podrían tratarse de sus colonos? Por extraño que parezca, tienen un olor a podrido muy dulzón, como si se mezclara el tufo de un cadáver con el aroma de una flor.
Me pregunto por qué se han desviado hasta aquí. Está claro que mi trabajo es más importante que nunca si la corrupción se ha extendido tanto hacia el sur. No puedo evitar fijarme en que, ahora que están enjaulados, estos mustios parecen más ansiosos que nunca por volver a su antiguo hogar y dan zarpazos a la jaula con una fuerza extraordinaria.
Hasta aquí podíamos llegar. Lo único que recibirán será la misericordia de mi escalpelo y la salvación de mis remedios. Y si fallecen como los demás, volveré a experimentar con ellos cuando vuelvan a la vida.
¡Manos a la obra!
- M.H.
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