Hoy, la «capitana»… quiero decir, Maddie, ha vuelto con las manos vacías. Me ha interrumpido en el taller y, al ver que no había ningún mustio nuevo en la jaula, le he preguntado mordazmente por qué me molestaba.
Parece que, tras hablar con mi mujer y ver los ojos de Simon, se ha puesto de su lado. Dice que se niega a seguir capturando mustios para mis «experimentos» y, para colmo, ha tenido la osadía de sermonearme. Dice que me he obsesionado con los corruptos, que (y esto me ha crispado sobremanera) mi propósito me ha empezado a nublar el juicio y que estoy haciéndonos sufrir a mí mismo y a mi familia.
Le he comunicado que ya no preciso de sus servicios. Si considera que mi trabajo ha llegado a su fin, yo considero que el suyo también, y no tenemos que volver a dirigirnos la palabra. Se ha ido sin despedirse. Pues adiós muy buenas.
-M.H.
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