Una inscripción en una placa desgastada por la intemperie y cubierta de enredaderas
En memoria del guardián del alma Romanos Agallon, portador de la antorcha eterna, cuyo servicio abarcó siglos. Todas las almas se desvanecen con el tiempo, pero él se mantuvo firme contra la oscuridad hasta el final. Que su sacrificio sea una lección para todos los que vengan después.