Un libro manoseado con manchas de grasa
Mayo, 1100 d. de C.
Empiezo a pensar que el mapa es falso.
Mi búsqueda de Henkhisesui ha vuelto a dar con un callejón sin salida. Ponga como ponga este maldito trozo de papel, no hay forma de hacerlo coincidir con las ruinas. Excavaré en la arena para comprobar si las estructuras que busco sucumbieron ante el desierto en algún momento.
Por cierto, no he de olvidar hablar sobre el incidente tan extraño de hoy. Durante la cena, Jorich y yo intentamos alegrar un poco el ambiente con unos cuantos chistes. Uno de los suyos fue tan malo que apenas me sacó un simple bufido, pero estoy completamente seguro de que oí una risa que venía del arbusto de detrás. Preguntamos si había alguien, pero nadie respondió ni tampoco encontramos huellas de los chacales.
Cuando desperté la mañana siguiente, vi a un extraño chacal sentado sobre las rocas mirándonos fijamente…, simplemente observando. Poco después, chistó, y juro que esa especie de ladrido era prácticamente idéntico a la risa que había escuchado la noche anterior.
Tal vez fuera una coincidencia, pero la de cosas tan sorprendentes que uno se encuentra en estas arenas.
- Q. Almabi