Duda

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El lamento de un corazón inquieto

Llegué a este lugar para restaurar el equilibrio, pero ahora me veo obligado a considerar lo impensable... Puede que, para poder luchar contra la corrupción, quizá la mayor amenaza contra el flujo del Dao en Aetérnum, debamos sacrificar el mundo natural. Mi corazón pesa al considerar tamaña blasfemia. Siento la angustia del curandero, un cuchillo caliente a punto de cercenar el miembro contaminado de un paciente con la esperanza de evitar que el veneno se extienda al resto de su cuerpo. Pues sé que, si las armas del Hechicero Carmesí cayeran en manos de los elegidos por la corrupción, serían imparables de verdad. Quizá deba depositar mi fe en quien ha sido adalid, quien nos ha llevado tan lejos, y aferrarme a la noción de que, si de verdad cree que este es nuestro único camino a la victoria, entonces debe hacerse. El tiempo lo dirá y la historia lo juzgará, sin duda.