Hallado en la cueva de Hazel
Qué curioso. Aunque mi vista es tan aguda como el día en que atisbé por primera vez el mar y mis piernas tan fuertes como la primera vez que caminé por estas costas, mi corazón es el de una vieja. He visto demasiadas cosas que no puedo olvidar, y el peso de la eterna juventud empieza a pasarme factura. La Ciénaga está teñida de sangre y han llegado más colonos. Sé que solo conocerán la paz durante un breve latido del corazón despiadado de esta isla.
Podría marcharme de nuevo, a cualquier parte, pero no hay lugar que pueda ofrecerme paz eterna.
No es algo triste, sino cruel. El único lugar en el que deseo estar es aquí, en Aetérnum, mas no me aceptará. Dormiré y soñaré con sus costas, sus aguas y las canciones de la ciénaga. Y espero que otros vengan a escucharlas, al igual que yo, y finalmente encuentren la paz.