Hallado en la pesquería de Pisciaries
Se han confirmado mis peores presagios. El pescado ha empezado a adquirir un color amarillento y a echarse a perder, y muchos de los que se lo han comido se están sintiendo mal. Seguro que ese hedor es lo que está atrayendo a los caimanes hasta el pueblo. Sin su comida habitual, buscarán cualquier cosa a la que puedan hincarle el diente, incluidos los lugareños.
Por ahora, el pueblo tiene provisiones suficientes para abastecer a todo el mundo, pero esos lucios y siluros iban a venderse entre la gente del pueblo vecino. Tarde o temprano, el pueblo acabará por desaparecer si no les hacemos llegar su principal fuente nutricional. Además, ¿quién querría quedarse aquí con unos caimanes voraces merodeando y asediando nuestras tiendas?