Botas caladas
La lluvia constante del Valle del Pesar hace que el terreno sea resbaladizo e inestable. La hierba hace resbalar mis botas, que chapotean en el barro.
Un pescador maestro que se precie necesita un buen par de botas impermeables. Llevo las de mi difunto padre, pero me quedan demasiado grandes y a menudo acabo calado hasta los tobillos. No hay artesano en Aetérnum capaz de superar las puntadas de los costureros del Viejo Mundo, y cuando cierro los ojos, es como si mi padre estuviera junto a mí. Pesco en silencio, protegido por los últimos recuerdos que me legaron mis padres.
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