La torre

Un cielo encapotado que recuerda a la noche, estrellas sobre ella y una luz cegadora... Lo veo. Un obelisco gigante en la lejanía. El cielo nocturno está salpicado de estrellas, y me pregunto qué habrá más allá de ellas. Desde lo alto de Vela, puedo ver la totalidad de Aetérnum y las atalayas que se elevan sobre el paisaje como agujas que emergen de la tierra. Pero algo va mal. La energía parece concentrarse en un gigantesco orbe mediante un poder como jamás he presenciado. Cuando la energía llega al punto máximo, explota. El obelisco se resquebraja y genera una onda de choque que atraviesa la isla y estremece todo mi ser. Caigo al suelo y trato de recuperar la visión en medio de la descarga de luz y energía resultante. Y lo que veo me estremece. Congelado en el espacio y el tiempo, el obelisco yace hecho añicos, pero de una sola pieza. Destruido, pero no del todo. Atrapado en un instante. Y esa explosión, ese estruendo, resuena en mi cabeza.