Recobrarán la vida con una nueva imagen...
Mi señora me advirtió que habría un precio. La humanidad fue juzgada y acusada de ser deficiente, y para servir a los dioses, tendría que despojarme de los atavíos de esa humanidad. Me aferré a mi fe y acepté el trato. Casi no puedo creerme el regalo que se me ha concedido.
Pensaba que la pérdida de mi forma natural me atormentaría; que mis colmillos relucientes o las sacudidas de mi cola me incordiarían, pero ahora veo la perfección del plan de los dioses y el ser en que me he convertido me gratifica.
Cumpliré mi deber y ayudaré a mi señora a cumplir su misión divina para devolverle el dominio de esta tierra a la sagrada naturaleza. Purgaré este lugar de la civilización humana y de todos sus adornos mundanos. He urdido un plan en mi mente: usaré la forma impía de nuestros predecesores caídos para acelerar la causa de mi señora.
Anularé sus maquinaciones, su astucia y toda su avaricia y las pondré al servicio de la Madre Naturaleza. La humanidad, cuyas mezquinas disputas y su apetito insaciable asolaron nuestra tierra, volverán a ser sus sirvientes.