Madre protectora
He visto un milagro. Mientras pescaba soleados cerca de Meandro de Aguasclaras, una horda de mustios se abalanzó sobre nosotros. Nos retiramos aguas adentro, sin otra escapatoria. Los incansables mustios nos persiguieron y me temí que estuviéramos condenados a unirnos a sus filas.
Pero entonces el mar se retiró. De repente, nos vimos rodeados de peces dando coletazos. Oímos un poderoso rugido antes de que el mar se nos echara encima. Las olas me arrastraron y me arrebataron el aliento. Se me oscureció la vista...
Desperté en la playa, rodeado de mis compañeros, aturdidos. No había rastro de los mustios. La playa estaba limpia. Lo único que quedaba eran los graznidos de las gaviotas y el suave murmullo de la marea.
Caliban
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