Hallado en el camino a Primera Luz
Albert:
No voy a volver al asentamiento, y sospecho que todo el mundo estará aliviado por ello..., sobre todo mi madre. Aun así, sabes que en las décadas que llevamos en estas malditas costas, yo me he llevado la peor parte, y no ella.
Es terriblemente antinatural que un hijo envejezca mientras ve cómo su madre permanece joven. Nunca entenderé por qué soy uno de los pocos que seguimos envejeciendo aquí. He intentado aceptar la juventud de madre, pero cuando la nombraron oficial, me resultó imposible. Ver cómo asumía el mando con tanta vitalidad no ha hecho más que acelerar mi decadencia. Hoy mismo he estado escuchando cómo ella y el artesano Kim hacían planes para un futuro resplandeciente. No se dan cuenta de lo estúpidos que parecen.
Da igual si envejecemos o no, da igual si sufrimos o prosperamos, ninguno de nosotros disfrutaremos de la paz del descanso eterno. Sin la promesa de la muerte, no sé qué sentido tiene fingir que estamos vivos.
Te agradezco tu amistad, Albert, pero ahora debo dar la espalda a Primera Luz y aceptar la oscuridad... suponga lo que suponga.
Aethelgard Oakes