La tormenta
¿Qué hemos hecho? Sabíamos que esto era blasfemo, pero nadie se atrevió a hablar. Alguna clase de poder parecía impedirlo. Sin embargo, oímos los gritos cuando el capitán comenzó el ritual. ¡Me perseguirán siempre!
¡Y todo para nada! ¡La tormenta no ha amainado! ¡No hemos apaciguado al monstruo! ¡Nos hemos visto obligados a retroceder! Ninguno de nosotros ha podido soportar mirar a quien un día fue nuestro primer oficial.
Volvemos a casa, tras jurar guardar silencio. Sin embargo, nuestro pecado no será perdonado. Debemos pagar por lo que hemos hecho, sin duda...
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