Carta del artillero

Trajimos el cuerpo de Klaus de vuelta a la villa... bueno, lo que quedaba de él. No desapareció inmediatamente; quizás estábamos demasiado lejos de la isla como para que su magia surtiera efecto. Todo parecía normal hasta que se cernieron sobre nosotros unas nubes negras. Era mediodía y no se veía ni un rayo de sol... Era como si este lugar ya no se mereciera su calor. Los lobos llegaron con la oscuridad y... ¡fue como si supiesen quiénes pertenecían a la tripulación! ¡Les atacaron y los hicieron trizas! Después, fueron a por nuestras familias... Tenemos que salir de aquí. Creo que mi esposa y yo nos arriesgaremos y correremos hacia las rocas... hacia la luz...