He descubierto algo espeluznante…
Hoy la emperatriz ha venido a supervisar la fase final de la construcción, pero no la acompañaba su séquito habitual. Únicamente su doncella y una figura delgada cubierta con una capucha. Desprendía una oscuridad opresiva y, aunque en ningún momento se ha dejado ver a la luz de la lámpara, he sabido de inmediato que había algo siniestro bajo ese hábito.
Mi señora lo ha llevado hasta la entrada con la ternura de un niño, observándolo con atención mientras se apresuraba hacia la oscuridad. Y entonces su rostro se ha vuelto sombrío. Se ha aproximado y me ha recordado mi juramento con severidad. Le he vuelto a reafirmar mi compromiso de guardar el secreto y eso parece haberla tranquilizado, pues me ha dado las gracias por mi servicio mientras la acompañaba fuera.
No sé muy bien qué he presenciado, ni el precio que me habría hecho pagar en caso atisbar algún rastro de deslealtad. Pero tengo miedo. Miedo por mi pueblo, por mi emperatriz e incluso por mí. Pues ahora también cargo sobre mis hombros la responsabilidad de cualesquiera que sean los secretos que se encierran entre esos muros. Solo me queda rezar por que haya cumplido con mi deber correctamente.
-Long