Segunda entrada
La invitación de la emperatriz no era solo en agradecimiento…
Al principio, todo era extravagancia, con sus sirvientes ofreciendo los habituales cumplidos que se pueden esperar de una corte real. Pero pronto me vi a solas en un comedor privado. Esperaba que me acompañaran muchos otros invitados y cortesanos en un ostentoso banquete, pero cuando mi señora apareció, me quedó claro que se trataba de un asunto privado.
Al principio me preguntó por mi familia y mi linaje, tal vez para cerciorarse de si mi lealtad era cuestionable. Le aseguré que, durante generaciones, mi familia había sido leal a su trono, al único y verdadero. Fue entonces cuando supe cuál era el motivo real de nuestra reunión.
Me pidió que construyera una cámara secreta dentro del santuario dedicada al elemento de la madera para uso exclusivo de su familia y su entorno de máxima confianza. Lo más extraño de todo es que me insistió en que la hiciera invisible a ojos de cualquier observador corriente e impenetrable como una fortaleza.
Acepté, como cabría esperar. ¿Cómo iba a rechazar el honor de volver a servir a mi emperatriz? Aunque admito que me invadió el miedo ante una petición tan extraña. Desconozco el propósito de un lugar así, pero confío en la bondad y la benevolencia de mi soberana. Pues aún no nos ha hecho descarriar.
-Long
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