Confesión
¿Cómo pude olvidarlo? Eligió al chico como a un corderito en el mercado, pero fui yo quien lo trajo. Mis promesas de oro no fueron necesarias, tal y como sus ojos se posaban en ella.
Así que le saqué los ojos al bastardo mientras gritaba y pataleaba. Mientras, ella miraba, esperando.
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