Liberado respetuosamente
Una vez capturé un pez que no podía quedarme. Su mirada era casi humana; me recordaba al viejo sacerdote que me daba misa en el Viejo Mundo. Sus sermones estaban cargados de referencias al fuego y el azufre, y juro que este pez tenía la misma mirada. No soportaba la idea de comérmelo, así que lo devolví al agua. Quizá algún día lo capture otra persona.
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