Quizás no el más brillante

No me lo puedo creer. O sea, naufragamos en la costa, apenas salimos con vida por culpa de esos horribles cadáveres andantes y, al llegar al asentamiento, ¡nos dicen que tenemos que hablar con unos lugareños para «aprender a sobrevivir en Aetérnum»! ¡Bah! ¿Acaso no saben quién soy? No importa, pronto lo sabrán. Ya tenemos montado un pequeño campamento desde el que vemos los muros del asentamiento. Les demostraré que podemos sobrevivir sin sus estúpidas lecciones. Hemos encontrado muchas piedras cerca, y estoy convencido de que son como las que usaba el cazador de Padre para encender las hogueras en los bosques. Aunque hasta ahora no hemos tenido suerte... Él simplemente las hacía chocar sobre hierba seca que, al cabo de nada, prendía. Debe de haber algún truco. Quizás estas piedras son defectuosas.