20 de mayo. Rolfe volvió a manifestar su temor de que el Azoth despertase lo que está latente en Aetérnum.
El hombre es un necio, y no le quedan ganas para seguir. Le hice recordar los grandiosos campos de vida que florecían alrededor de los obeliscos; si ese es el poder de los obeliscos durmientes, ¿qué vida surgirá cuando despierten, y cómo no va a ser algo bueno? ¿No nos despertamos cada día y somos mejores que cuando dormimos sin saber nada más que lo que soñamos?
Aunque mis razonables argumentos no disiparon las dudas del hombre. Se excitó bastante y dijo que no sabía qué podía velar en el pináculo central... puede que incluso cobrasen vida los muertos, los esqueletos que rodeaban el templo maldito, si es que sus corazones estaban atados a esta tierra.
Sospecho que pronto se separarán nuestros caminos, aunque sé que por ahora su promesa de pago lo mantiene bajo mi sombra. Si es necesario, lo despediré, pero antes de que se vaya necesito su Azoth para mi siguiente plan. Pienso desvelar los misterios que hay aquí, y voy a arrojar tal luz que quemaré todas las dudas y sombras de las mentes temerosas.
-Grenville
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