Una página de diario arrastrada por el viento
Hoy extraje el alma del último ciudadano. He llegado a disfrutar del momento en que se les quedan los ojos en blanco y en su rostro se dibuja una sonrisa apacible. Me gusta hacer feliz a la gente. Me gusta recibir su amor.
Creo que estoy enloqueciendo.
No sé qué me hace diferente. ¿Por qué sigo siendo yo misma pese a haber perdido el alma? Lo que es una bendición para ellos es una maldición para mí. Cómo los envidio, sumidos en el Canto.
No obstante, alguien se tiene que ocupar de cantar.