Esperábamos una cacería fácil, algún alce o bisonte atrapado en el Lodazal que nos permitiera variar nuestra dieta de pescado y verduras, pero no hubo suerte. Y ahora, los tres estamos más enfermos que nunca, a merced de cualquier cosa que quiera darse un festín con nosotros.
Todo iba bien hasta que nos acercamos a esas extrañas plantas... u hongos... o lo que fueran. Había una nube en torno a ellas que olía como una curtiduría, y todo a su alrededor tenía un aspecto enfermizo. En cuanto esa gran dríade apareció, cubierta de la misma porquería, salimos pitando de allí. Solo estuvimos cerca unos minutos, pero creo que fue suficiente para hacer que enfermáramos.
No creo que nos mate, pero, supongo que... si lo hace, regresaremos a la villa y les avisaremos de lo que hemos encontrado.