Una página de un diario con la filigrana de la Alianza y mala caligrafía
El general Carvalho lleva tres días sin dormir. La rabia parece ser lo único que lo mueve. Mata a doscientos perdidos al día, pero siempre regresan, cada vez más atrevidos. Hemos asegurado las puertas y las ventanas.
Yo tampoco he dormido, pero por otras razones. En cuanto me duermo, empiezo a oír cánticos. Son muchas voces y cantan la misma melodía que nos atrajo hasta la iglesia. Cuando me despierto, cesan.
No se lo he contado a nadie. El general Carvalho necesita mi apoyo, no mis preocupaciones sin fundamento. Tengo que sacarme esta melodía de la cabeza de algún modo.