Diario de un amante de los gatos

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Hallado en la aldea de Primera Luz Un garabato con el rostro de dos gatos adorna la esquina de la página.

Eran la cosa más extraña que jamás haya visto, incluso en esta isla tan extraordinaria. Emmy y Abby, los gatos de nuestro navío, son las criaturas más dulces y apacibles que he conocido. Estuvieron a mi lado en tormentas, motines e incluso naufragios. Los tres llegamos a Aetérnum agarrados al mismo pedazo de madera. Son mis gatos de la suerte, y pensé que nuestro vínculo era inquebrantable. Sin embargo, en cuanto pusimos pie en tierra, sus caras se contorsionaron por el odio. Me arañaron la cara hasta destrozármela. Emmy casi me arranca un ojo. Salieron corriendo por la playa y los perdí de vista. Hay algo en este sitio que les mete el demonio en el cuerpo. Le ocurre a todos los animales de aquí, por lo que me han dicho. Se olvidan de su domesticación y de sus amos, se vuelven salvajes. Sea lo que sea que poseyera a mi Emmy y mi Abby, espero que encontrasen un sitio seco y cálido en el que dormir...