Primera Luz

Al acercarnos al faro, reparamos en que tenía un extraño diseño. La capitana Isabella cree que servía para orientar a los barcos en su aproximación a estas costas... Resulta esperanzador saber que piensa que no estamos solos. Si logramos encenderlo, tal vez algún barco nos vea y acuda a nuestro rescate. La capitana dijo que esperaremos a encenderlo hasta que hayamos explorado la isla más a fondo, y solo después de que hayamos reclamado nuestros derechos sobre ella. Solo entonces lo iluminará para que pueda guiar a otros hacia la costa. Esa noche, la tripulación susurraba en voz baja que debíamos usar el faro aunque ella dijera lo contrario… Lo que habían visto en la Costa de los Ahogados aún los atormentaba, y no tenían ningún deseo de acabar uniéndose a los espíritus si había alguna posibilidad de escapar. Yo también comparto sus temores. Pero prefiero no expresar en voz alta mis pensamientos. Cuando me marche, lo haré sin decírselo a nadie... Pero, primero, debo encontrar un lugar donde la capitana no pueda encontrarme fácilmente. R. Velázquez