Diario de la timonel Keyes
Isabella se ha esfumado con su harapiento consejero. Tras la sangrienta disputa en la cima del risco, parece que abandonó a su suerte a los hombres restantes de su tripulación, aprovechando la distracción de sus muertes para huir. Llegamos al campamento donde había pasado la noche, pero no encontramos rastro de ella ni señal alguna de su muerte. Faltan cinco hombres de su tripulación, incluido el hereje... Sospecho que huyeron con ella.
Encontramos los grilletes de la pierna del hereje... Ahora sí que estoy segura de que se fue con ella. He enviado exploradores tras su rastro. Dudo que se dirija hacia el sur... Vino al norte siguiendo la carretera antigua en busca de algo y no esperaba encontrarnos. Pese a todas las muertes y la sangre derramada, no somos más que una distracción de la fiebre que la consume.
Camine donde camine ahora con el hereje, no lo hace de la mano de Dios. Creo que marchan en busca de algo que desconocemos, y no creo que volvamos a verlos.
Hemos concedido el perdón a los supervivientes de su tripulación. Algunos lo han rechazado y han huido, o siguen atacándonos, obedeciendo ciegamente la última orden de su capitana. Creo que ya no podemos hacer nada por ellos. Pero aún tengo la esperanza de que comprendan que somos amigos, y que deberíamos actuar como aliados, no enemigos, en este paraíso que hemos mancillado con nuestra sangre y nuestro odio.
Keyes, timonel de la San Cristóbal.