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Uno de los tripulantes cayó en la Grieta, y desapareció tragado por el hielo y la niebla bajo nuestros pies. Tal vez logre darnos alcance..., aunque dudo que nuestro rastro sea fácil de seguir.
No podemos perder tiempo en buscarlo o esperarlo, y ni siquiera nadie pregunta si lo haremos, sino que seguimos adelante sin mirar atrás.
Me recuerdo a mí misma que las manos del hereje permanecen engrilladas. Creo habérselo recordado en voz alta en ocasiones y, aunque el viento ahoga mis palabras, él parece oírlas y asentir, como reconociendo que yo tengo la llave de su destino.
Isabella