Esta carta se ha borrado con el paso de los años
Los hombres, al borde de la inanición incluso antes de la tormenta, han partido de caza en busca de suministros. Isabella no parece muy convencida de perderlos de vista. Les ha ordenado que le informen a ella antes que a nadie de cualquier descubrimiento y que nadie investigue por su cuenta.
El hereje ha demostrado no ser de mucha utilidad, lo que me lleva a pensar que jamás ha estado en Aetérnum. En su lugar, se limita a burlarse de los cazadores y de los hombres que recolectan bayas, murmurando de forma misteriosa: «Es inútil. Aetérnum es generosa y nadie morirá de hambre en ella».
No quiero oír ni una palabra más de ese charlatán… Hasta el más mínimo chirriar de sus cadenas me hierve la sangre. Es injusto que haya sobrevivido y muchos de nuestros hombres no... Me hace pensar que en este lugar no existe la justicia, salvo la que nos tomamos por nuestra mano.
- F.